Para quien visite Nápoles los itinerarios posible son muchos, por lo que resulta difícil trazar un mapa. Quizás la mejor manera para sumergirse en la atmósfera de la ciudad es lo que sugirió Goethe, recorrer la ciudad y dejar que sea esta misma a guiarles a través del laberinto de callejones del casco antiguo, un verdadero museo a cielo abierto. Para los amantes del arte es imprescindible una visita a los museos de la ciudad, el Arqueológico Nacional, el más importante de Europa, y el Museo y las Galerías Nacionales de Capodimonte, con obras desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII y de la colección Farnese. Quien prefiera las atmósferas medievales, no debe hacer otra cosa que entrar en las iglesias del casco antiguo, Santa Chiara, San Domenico Maggiore y San Lorenzo, sólo por citar algunas. De noche, como en todas las ciudades mediterráneas, Nápoles se vive en las calles; Plaza del Gesù Nuovo es el punto de encuentro de los universitarios, con bares y locales de todo tipo. Los jóvenes de la Nápoles ‘bien’, en cambio, prefieren Plaza Amedeo y los bares de la Costa de Chiaia. Son numerosas las manifestaciones artísticas y culturales. Los teatros de la ciudad proponen un calendario rico de eventos: de la tradición del Teatro San Carlo a las experimentaciones del Teatro Nuovo y de la Galería Toledo. Citas fijas para los apasionados de cine son el NapoliFilmFestival y las reseñas de cortometrajes 'O Curt y Corto Circuito.